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PONIENTE GRANADINO

A lo largo de todo el
Poniente Granadino se encuentra un riquísimo patrimonio histórico-artístico,
consecuencia de ser cruce de caminos y culturas. Desde los importantes
yacimientos prehistóricos hasta el paso de iberos, romanos, visigodos y sobre
todo, el legado dejado por los árabes. Los castillos nazaries que se extienden
a lo largo del Poniente granadino, rememoran la importancia de esta tierra como
enclave de la ultima frontera Andalusí durante más de doscientos años.
Naturaleza, historia y equilibrio entre lo urbano y lo rural hacen del Poniente
granadino uno de los mejores exponentes de la Andalucía interior. Alhama se
levanta sobre los "tajos" junto a los que se construyó el famosísimo
y antiguo balneario, del que se sabe llevan explotándose sus aguas hace más de
dos mil años. Es tierra de asentamientos humanos muy antigua, como lo ha
demostrado el descubrimiento de restos prehistóricos en la Cueva de la Mujer.
Pos sus calles árabes surgen a cada paso fuentes, blasones, fachadas y
monumentos que describen su origen y su historia. A orillas del río Genil, se
encuentra Loja, ciudad con un carácter claramente andalusí, de calles
estrechas, dominadas por la Alcazaba, con sus torres y murallas bien
conservadas.
Está rodeada por una sierra de tierras calizas que dan al entorno una
coloración casi blanquecina y por el desfiladero de "Los infiernos",
con sus iofríonumerosas gargantas y cascadas. La localidad lojeña de R ofrece
a los apasionados de la pesca deportiva el Coto Intensivo de Pesca, zona
truchera por excelencia. Y para los amantes de los ultraligeros y el parapente,
Loja cuenta con aeródromo y enclaves inmejorables para la practica del vuelo
libre o con motor. Montefrío está enclavado en la Sierra de Parapanda, en el
centro de los Montes Occidentales. Sus extensos pinares, numerosas fuentes y
agradable clima, lo hacen lugar ideal para excursiones y acampadas. El pico de
mayor altura se llama el Morrón y desde allí se divisa un paisaje espléndido.
En las cercanías de Montefrío, en el bellísimo lugar cuajado de grutas y
barrancos conocido como Peña los Gitanos, se encuentra Hipo-Nova, conjunto de
restos prehistóricos. Íllora refleja a través de sus empinadas calles sus raíces
milenarias. Conserva las ruinas de su antiguo castillo y la iglesia, atalaya de
la Encarnación, de estilo renacentista y valiosos retablos barrocos. Moclin,
disfruta de un paisaje excepcional desde su castillo nazari, bien conservado.
Dentro se encuentra el Santuario del Cristo del Paño y su famosa romería que,
desde el siglo XVII, mantiene la tradición y creencia de que, con solo tocarlo,
proporciona salud, curación y fertilidad.
OASIS DEL
ALTIPLANO
El
inmenso lago que ocupo estas tierras del noroeste granadino hace millones de
años, dejó al desecarse un altiplano que se eleva a mil metros de altitud y
que, flanqueado por las montañas de Almería y Jaen, forma un largo camino de
cien kilómetros entre Guadix y la Puebla de Don Fadrique. Son tierras lunares,
duras y resecas surcadas por las líneas verdes de ríos, cuyas aguas riegan
pequeñas vegas que surgen como oasis junto a los pueblos que jalonan la fría y
fascinante llanura. Por capricho de la naturaleza esta tierra esteparia es
materia ideal para excavar cuevas que, desde hace siglos, han sido vivienda
tradicional y ahora se convierten en la última moda del turismo rural. Guadix
es una de las ciudades mayores y más antiguas de la provincia. Augusto, el
emperador romano, la convirtió en colonia militar con el nombre de Acci. Los
musulmanes contribuyeron a su fisonomía urbanística y arquitectónica con la
Medina amurallada, construida sobre un cerro. Desde la Alcazaba, en lo alto, se
puede contemplar la ciudad por entero, sobresaliendo por su tamaño y belleza la
Catedral renacentista y barroca. Entre Guadix y las estribaciones de Sierra
Nevada se esconde una llanura paradisíaca
con pequeños y acogedores pueblos presididos por la imponente mole del
castillo-palacio de la Calahorra. Los marqueses de Zenete lo edificaron después
de la toma de Granada y allí permanece, como avanzada del horizonte de
montañas nevadas y las profundas grietas de las minas de hierro de Alquife.
Baza tiene un pasado romano y conserva numerosos edificios señoriales. Destacan
entre sus monumentos la Concatedral de Santa Maria, de estilo gótico y el
Palacio de los Enriquez. De la antigüedad de esta ciudad da cuenta el
descubrimiento de la Dama de Baza, escultura ibérica del siglo III o IV antes
de Cristo. Galera, es ciudad de acusada personalidad, por su situación,
contrastes y tipismo. En sus cercanías se hallan los restos prehistóricos de
la Necrópolis de Tuguti. No menos importantes son los yacimientos arqueológicos
de Orce, pequeña población en la que se levanta su Alcazaba de las Siete
Torres y el Palacio de los Marqueses de Dos Fuentes. Situada en medio de una
hermosa vega y a 1.100 metros de altitud, se encuentra Huescar. Rica zona agrícola
e importante enclave comercial, conserva multitud de edificios antiguos e
importantes iglesias. Su lago natural de Fuencaliente es un popular complejo
veraniego. Muy cerca de aquí se encuentra la fotogénica población de Castril,
cuya sierra es Parque Natural. Más al norte, La Puebla de Don Fadrique muestra
sus señoriales calles y su Santuario de las Santas Alodia y Nunilón.
LA ALPUJARRA
Es
esta una de las comarcas más singulares de España. Situada entre Sierra Nevada
y el mar Mediterráneo, limita al norte con las montañas más altas de la península,
el Veleta y el Mulhacén y al sur por las casi costeras sierras de Luján y
Contraviesa. Su fertil valle está surcado por los ríos Guadalfeo, Adra y
Andarax. Viñedos, almendros e higueras, asi como cereales, hortalizas y
frutales pueblan sus tierras, cultivados en terrazas o bancales con un ingenioso
sistema de regadio legado por los musulmanes. Tierras ricas en folklore, fiestas
y supersticiones, que nos muestran un pueblo vivo y alegre, indolente y
orgulloso. Son notables sus fiestas de Moros y Cristianos. Los cantos y bailes
se conservan en toda su pureza. El Trovo, el Taranto, el Fandango de la
Alpujarra, el Robao, la Música de Animas, forman parte de su herencia cultural.
Sumergidos en un tiempo antiguo y lejano, los pueblos alpujarreños desean ser
olvidados, mientras descansan sobre las altas montañas de colores siempre
verdes. La blancura de las casas desde las que se contempla el Mediterráneo,
destaca sobre el cielo azul y compite con las nieves cercanas de la sierra. La
arquitectura propia de esta tierra sigue el modelo de las casas de piedra de una
o dos plantas, bordeados por lajas de pizarra y las características chimeneas.
Las casas, todas encaladas, se comunican por los tinaos o pasadizos. Lanjarón,
la ciudad balneario más famosa de España y puerta de entrada a la Alpujarra.
Sus calles rebosan actividad debido al gran numero de visitantes que acuden a
tomar sus aguas minero-medicinales. Por una ruta apasionante y pintoresca,
llegamos a Ortiga, la capital de la comarca. Esta situada todavía en tierras
bajas, pero tiene altivez y señorío. Antes de entrar en Ortiga se inicia la
subida a la Alpujarra Alta. Aparecen los primeros pueblos encalados. Estamos sin
duda en otro mundo y ha desaparecido la prisa. En Capileira existe un
interesante museo que muestra lo más clásico de una vivienda alpujarreña y
que lleva el nombre del escritor Pedro A. de Alarcón. La carretera que nos
acerca a Pitres y Portugos es un poema de luz y color. No olvidemos probar el
agua agria de la Fuente, que esta cerca de Portugos, sus aguas tiñen de color
rojizo el lugar, de exuberante vegetación, conocido como el Chorreón. Después
esta Trevelez, el pueblo más alto de España. Desde sus 1.500 metros de altitud
se goza de un espléndido panorama de las tierras bañadas por el río del mismo
nombre, en el que nadan vivaces truchas. Un hermoso descenso comunica con
Juviles y Berchules. Muy pronto aparece Yegen, entre soleados huertos y
numerosos frutales. Válor, de blancas y estrechas calles en las que se inspiran
artistas y escritores. Laroles, población por la que se asciende a la pista de esquí
de fondo del Puerto de la Ragua, o se desciende hasta Ugíjar. Pueblos nuevos y
encalados salpican de color el verde perpetuo de la Contraviesa. Tras algunos kilómetros
de asombroso paisaje lunar. Murtas nos obsequia con la pasión del trovo,
antigua forma de cante poético popular. Desde aquí se desciende hasta
Albondón y Albuñol, más tarde, la costa.

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