RUTA DEL WASHINGTON IRVING
De Sevilla a Granada el
itinerario recrea el fascinante viaje que el escritor romántico
realizó en 1829. Un recorrido donde los vestigios árabes conviven con
obras de otras épocas.
El protagonista de la ruta es el viajero romántico Washington Irving, escritor y diplomático norteamericano ( 1783-1859 ) que quedó cautivado por el exotismo de Andalucía. El itinerario revive el camino que el escritor hizo en 1829 entre Sevilla y Granada. Fascinado por la exhuberancia de los vestigios árabes de esta tierra, sus andanzas dieron como fruto varias obras que contribuyeron a la imagen romántica de Andalucía. La ruta constituye una arteria vital de las rutas de al-Andalus, pues comunica dos capitales deslumbrantes y esenciales de la civilización hispanomusulmana, Sevilla y Granada, adentrándose también en el norte de la provincia de Málaga. Este camino histórico que, en la Edad Media, sirvió de importante vía comercial entre el reino nazarí de Granada y los dominios cristianos, es una ruta marcada por un carácter fronterizo. Su trayecto está jalonado por conjuntos de interés histórico-artístico en los que destaca el patrimonio extraordinario de arquitectura hispanomusulmana, además de obras mudéjares y barrocas que conviven, a la vez, con una arquitectura popular. Junto a las excepcionales muestras del arte musulmán de Sevilla y Granada, en las villas de esta ruta aparecen otras edificaciones como castillos y fortalezas, mezquitas o baños termales. Pueblos de la campiña y enriscadas villas atesoran una gran riqueza monumental en medio de espacios de gran diversidad paisajística y natural. Estas tierras son, además, un escenario idóneo para realizar excursiones a caballo, animales que en la región han gozado siempre de fama de briosos, asociada, en parte, al trajín de los legendarios bandoleros, característicos de este itinerario. Los usos y costumbres de estos pueblos ofrecen un aliciente adicional al viaje. Las fiestas típicas, los talleres de artesanía y la variada gastronomía que puede degustarse en la amplia oferta de alojamientos y restauración de la ruta, constituyen un atractivo añadido. El itinerario trascurre entre Sevilla y Granada, distantes unos 250 kilómetros, a lo largo de un trayecto que se ajusta básicamente, a la autovía A-92. En Sevilla, la historia, arte y ambiente se funden de un modo mágico. Situada a orillas del río Guadalquivir, la ciudad alcanzó rango de autentica metrópoli durante sus casi 550 años de historia musulmana. Su extenso casco antiguo, circundado por murallas, tomó forma entre los siglos XII y XIII, cuando se convirtió en capital peninsular de los califas almohades, rivalizando en obras y grandeza con Marrakech. La huella del pasado está patente en innumerables rincones y edificios que invitan a una visita, como la Catedral y la Giralda, el Alcázar, y otros muchísimos lugares dignos de atención. A partir de Sevilla, el recorrido prosigue por Alcalá de Guadaira, donde los almohades levantaron una gigantesca fortificación que integra una bella iglesia mudéjar. Tras bordear la aldea de Gandul, mágico paraje con un torreón almohade junto a un palacio barroco, se llega a Carmona, localidad que se dotó de fuertes murallas en los tiempos de al-Andalus. A este periodo corresponde el trazado de su casco antiguo, así como numerosas obras, entre las que destacan el Museo, y una multitud de casas solariegas, iglesias y conventos. Más al sur está Marchena, un pueblo con un patrimonio artístico asombroso, que alcanzó plena identidad a partir de la época andalusí. Tras la conquista cristiana, fue enriquecido con importantes construcciones. Cabe señalar el Castillo de la Mota y el templo de San Juan Bautista, que atesora un museo de primer orden. El itinerario prosigue por la campiña sevillana hasta llegar a Ecija, capital de distrito de la Bética romana, que mantuvo su importancia en época andalusí. Todavía se mantienen torres del potente recinto amurallado que construyeron los almohades. Su amplio casco histórico revestido de numerosas edificaciones la convirtieron en una de las capitales del barroco andaluz. En Osuna se alberga uno de los más ricos conjuntos arquitectónicos y artísticos de la península. En lo más alto se distinguen testimonios de su pasado, como las canteras y necrópolis romanas, el edifico de la Universidad o la Colegiata. A sus pies se encuentran el convento de la Encarnación y el Museo Arqueológico. Cuesta abajo se abre la Plaza Mayor y largas calles llenas de iglesias y nobles casas-palacio. Cerca de los límites de la provincia de Sevilla se llega a Estepa, situada en una estratégica posición. Su cerro aparece rematado por el castillo, la iglesia de Santa María y el convento de Santa Clara. No hay que olvidar los mantecados y polvorones, su famosa especialidad. En medio de campos de olivares resalta La Roda de Andalucía, en un área que había permanecido despoblada durante siglos al constituir una agitada "tierra de nadie". La ruta prosigue a través de la provincia de Málaga por tramos de singular interés, en los que destacan las lagunas que salpican los campos, especialmente la de Fuente de Piedra. La laguna Salada, la mayor de Andalucía, con casi 1.400 hectáreas de superficie, es uno de los escasos lugares donde llegan a criar los flamencos. También en Humilladero se localizan parajes de innegable atractivo que sirven de refugio a las aves migratorias, como la Reserva Natural de la Ratosa. Tras pasar por el término de Mollina, donde se han realizado numerosos hallazgos arqueológicos, se llega a Antequera, cruce de caminos que, con el tiempo, se ha convertido en uno de los conjuntos monumentales andaluces de mayor fuste. Su historia se refleja en sus murallas y en sus templos cristianos, entre los que cabe destacar la Real Colegiata de Santa María la Mayor. A pocos kilómetros se encuentra El Torcal, paraje sorprendente de caprichosas formaciones calcáreas. En Archidona, emplazada en la ladera de una colina, destacan las ruinas de una fortaleza árabe. La ermita de la Virgen de Gracia se sitúa sobre la única mezquita que se conserva en la provincia de Málaga. La ruta pasa a la provincia de Granada hasta llegar a Loja, "puerta llave del reino granadino" para los Reyes Católicos, cuya toma anunció el final del reino nazarí. Tras pasar por Huétor-Tájar, antigua alquería donde se mantiene parte de los sistemas de riego andalusíes, se alcanza Moraleda de Zafayona, donde merece la pena visitar el Cerro de la Mora, antiguo poblado ibero-romano. A partir de ese punto, el itinerario se desvía hacia Alhama de Granada, famosa por sus baños termales, a los que se accede a través de una pintoresca garganta excavada por el río. De su etapa musulmana conserva el Barrio Árabe. En este punto, la ruta toma una atractiva desviación hasta llegar a Montefrío, corte nazarí. Tras la Reconquista, los Reyes Católicos ubicaron una iglesia sobre una mezquita, entre las murallas de la fortaleza andalusí, Monumento Nacional, donde Diego de Siloé construyó posteriormente una iglesia. El conjunto arqueológico de La Peña de los Gitanos da muestra de su pasado. Asentada en la falda de la sierra, aparece Illora, el "ojo derecho de Granada". La potente fortaleza, en torno a la cual creció el pueblo, lleva la huella de muchos pueblos, en especial de los nazaríes. Su primer alcaide fue Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, de cuya mansión se conservan restos. El trazado del itinerario retoma al eje de la ruta por Fuente Vaqueros, pueblo natal de Federico García Lorca, y Chauchina, una de las alquerías convertida en plaza de armas durante el reino de Granada. La última población, Santa Fe, sirvió de cuartel a los Reyes Católicos durante el asedio de la capital nazarí. Con foso, muralla y plaza de armas, la localidad cuenta con un casco urbano considerado Conjunto Histórico. La ruta de Washington Irving culmina en Granada. Musa de artistas y poetas, la ciudad depara numerosos lugares de interés en los que se respira el pasado musulmán, patente en Andalucía como en ningún otro lugar del occidente europeo. |