RUTA DEL BAJO ARAGÓN 1
La comarca de los Puertos de Beceite, también llamada del Bajo Aragón o Matarraña, es otra posibilidad que ofrece la Mancomunidad Turística del Maestrazgo, junto a las sierras del mismo nombre y Gúdar. Esta primera posibilidad es la más extensa de todas y ofrece un abanico de viajes y rincones excepcional. Si múltiples son los puntos de interés, también lo son las formas de iniciar el viaje que merecen una selección ordenada. Todo dependerá del punto de partida de cada uno para recorrer con acierto una ruta que se sitúa entre las provincias de Castellón, Tarragona y Teruel. Daremos tres pistas, tres posibles lugares de referencia para orientarnos: San Mateo, en Castellón; Alcañiz, en Teruel y Tortosa en Tarragona. Cualquiera de estas tres ciudades pueden ser un buen punto de partida o final. Como hay que decidirse por una, nos quedamos con la localidad levantina de San Mateo, en tierras del Maestrazgo castellonense y a pocos kilómetros de la costa del Azahar ( Peñiscola, Benicarló, Vinaroz). Cuenta San Mateo con un excelente mirador como santuario de la Madre de Dios de los Ángeles, ubicado a 2 kilómetros de la población, que ofrece, además de magnificas vistas, un amplio repertorio gastronomico-cultural a base de ermita, hospedería y restaurante. Si le atrae el olor del arte fíjese en el retablo del altar mayor de la ermita, es obra de un vecino del cercano pueblo de Cervera del Maestre. Si no tiene suficiente con lo que ha visto, puede bajar a San Mateo y repasar uno a uno todos los monumentos que encierra esta bonita villa: plazas Mayor, porticada y de Santa María; convento de Monjas Agustinas; iglesias de San Pedro y Arciprestal, de rara mezcla románico-gótico, con un particular museo de piezas de orfebrería; el Ayuntamiento; la casa Borrull y el palacio del marques de Villores. Las fuerzas para seguir el camino lo ponen el queso y el vino, todo de la tierra. Hasta alcanzar nuestro siguiente objetivo, Morella, todavía en tierras levantinas, repasamos algunos lugares de interés por su monumentalidad artística, espiritual o natural. Para ello habrá que visitar el santuario de la Virgen de la Vallivana, el puerto de Querol y la localidad de Vallibona. La historia cuenta que el Papa Luna, Benedicto XIII, que tantos veranos pasó en Peñiscola, y San Vicente Ferrer, se alojaron en Villivana poco antes de entrevistarse en Morella con el rey Fernando de Antequera, allá por el siglo XV. Desde el alto de Querol se divisan, a la bajada, unas buenas panorámicas y en Vallibona hay que detenerse ante la iglesia de la Asunción, monumento del siglo XIV. Este pueblecito ofrece, además, múltiples posibilidades de excursión por la Reserva Nacional de Caza de los Puertos de Beceite. Morella es la capital del Alto Maestrazgo y un poco la joya monumental de la ruta. Su historia la han escrito infinidad de personajes como el Cid, Jaime I, Fernando de Antequera, el Papa Luna, San Vicente Ferrer, Carlos I y el general carlista Ramón Cabrera, entre otros. Todos ellos han aportado prestigio a esta ciudad a la que hay que dedicarla toda una mañana y si puede el día entero. Cuenta con un recinto amurallado de más de 2 kilómetros, seis puertas, hay que entrar y salir por las de San Mateo y San Miguel, las más bonitas, 14 torres y una buena colección de notables edificios civiles, religiosos y militares, como las casas de la Villa, Piquer, Ciurana y Rovira. Cuentan que en esta última, en la calle de Vallivana, San Vicente Ferrer realizó el prodigio que recuerda un mosaico de azulejos instalado en el lugar. La historia es la siguiente: el dueño de la casa invitó al monje a un guiso preparado por su mujer con lo mejor de su hacienda, la cual no debía estar en su sano juicio, pues no se le ocurrió otra cosa que descuartizar y cocinar al hijo, probando el dedo meñique para comprobar el plato. Enterado el santo de la locura cometida y ante el asombro de los comensales, recompone el cuerpo del pequeño, pero sin un miembro, el dedo meñique, claro. Conmovedora y trágica historia. El templo gótico más bello de la Comunidad Valenciana, eso cuentan los del pueblo, es la iglesia arciprestal de Morella, basílica agregada a San Juan de Letrán de Roma en 1700. No se pierda el coro, a cinco metros y medio de altura y sujeto por cuatro columnas. Para visitar esta maravilla hay que subir por una escalera de desconocido apoyo que trepa por una de las columnas. Cerca queda el ex-convento de San Francisco, de finales del siglo XIII, es decir, gótico primitivo, nombrado Monumento Nacional. Por último habrá que visitar la fortaleza, ese castillo que tanto trabajo le costó tomar al Cid. Es uno de los lugares más inexpugnables de la península y dispone de varios recintos amurallados superpuestos. El castillo ha defendido a la ciudad de las tropas del archiduque austriaco Carlos en su pelea por el trono español de Felipe V; fue protagonista activo en la guerra de la Independencia y finalmente alcanzó fama y prestigio durante la primera guerra carlista. De este enfrentamiento nació un héroe muy ligado a la historia de la ciudad, el general Cabrera. Cuentan que después de varios intentos carlistas por conquistar la villa levantina para la causa rebelde, un joven seminarista, al mando de una partida de nueve hombres, consiguió entrar en el recinto y apoderarse de la ciudad. Al parecer, un desertor del ejercito borbónico informó al joven Cabrera de un acceso secreto a través del retrete de una garita por la que se podía penetrar en la fortaleza y así se hizo. Después de rechazar los ataques de las tropas del general Oraá, cayó ante otro general, Espartero. Murió en Inglaterra con el sobrenombre del "Tigre del Maestrazgo" y con el titulo de conde de Morella. La ciudad conserva una curiosa tradición festiva, las fiestas Sexenales, que se celebran cada seis años, la última fue en el 2000. |