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En los alrededores se ha
encontrado una importante necrópolis de la Edad del Hierro a época
medieval y en el cerro de Villavieja, los restos de la primitiva población
Thermide. Muy próximo a la población se encuentran las ruinas del
monasterio de Santa María de la Oliva, fundada por Alfonso VIII en el
siglo XII para la Orden Cisterciense; se pueden ver hoy restos de la
iglesia, la bodega y el claustro de estilo renacentista. Volvemos de nuevo
a la ruta para ahora acercarnos bordeando los embalses a Durón, pequeño núcleo
urbano rodeado de magníficos paisajes, donde abundan las casonas y
palacios del siglo XVI al XVIII y que cuenta con una iglesia parroquial
con importante portada barroca, una ermita y una fuente también barroca y
un rollo del siglo XVI.
Tomamos la carretera que nos lleva a
la cercana villa de Busía, que cuenta con un interesante patrimonio, donde
encontramos relevantes ejemplos de arquitectura popular alcarreña. Su
plaza Mayor es una de las más bellas de la comarca, destacando el
Ayuntamiento, típico edificio concejil del siglo XVI, sobre pilares
cilíndricos y capiteles renacentistas. Junto a él y de la misma época hay
una fuente pública. La iglesia de San Pedro es del mejor renacimiento
alcarreño, destacando su portada plateresca. Otro edificio religiosos es
la ermita de Nuestra Señora del Peral, importante centro de romerías.
Recorriendo sus calles todavía encontramos algunas casonas nobles de
interés, como el palacio de los Moreno, con escudo familiar en la fachada
o el de los Romanones. Seguimos ruta entre bellísimos paisajes de montes
con arboledas de nogales y atravesamos las poblaciones de Yélamos de Arriba, donde su plaza
Mayor es de gran interés y su calle del Charquillo nos ofrece interesantes
muestras de edificaciones populares alcarreñas y algunas casas nobles
blasonadas; y un poco más adelante, Yélamos de Abajo, donde en un extremo
del pueblo se encuentra la Fuente del Moro, que es un importante complejo
hidráulico de época romana, que consta de un sistema de canalización
interior de aguas con una galería de más de 60 metros. La iglesia es
renacentista y, al otro lado del río, se encuentra una torre vigía. Cuenta
con un rollo de villazgo de 1794.
Nuestra próxima parada es Romanones,
donde volvemos a encontrar las interesantes cuevas-bodega de origen árabe
y bajo medieval; podemos ver también algunas casonas del siglo
XVIII.
Nuestros pasos se dirigen a Pastrana,
pero antes tomaremos la carretera que va desde Guadalajara a Sacedón y nos
acercaremos a visitar Tendilla, situada en un magnifico paraje en el valle
del mismo nombre; está declarada de interés histórico y se encuentran
edificios de gran valor, como el palacio barroco de la Plaza Solano y la
capilla anexa, también barroca. Del mismo estilo es la iglesia parroquial
de la Asunción, del siglo XVI-XVII; su calle Mayor, a lo largo de dos
kilómetros, nos ofrece decenas de interesantes ejemplos de arquitectura
popular alcarreña. Del monasterio Jerónimo de Santa Ana, de finales del
siglo XV, sólo queda la planta de la iglesia y el convento y arranques
góticos de alguna techumbre. Podremos llevarnos de recuerdo alguna pieza
salida de sus alfares.
Volvemos para ahora dirigirnos a una
de las más importantes poblaciones de Guadalajara: Pastrana, situada entre el Tajo y el Tajuña, cerca de
la zona de los Embalses, esta villa alcarreña, de trazado y ambiente
medieval y declarada conjunto histórico, cuenta con importantes monumentos
y densa historia. De origen ibérico, fue destruida por el romano Tito
Sempronio y reconstruida un siglo más tarde por el cónsul Paterno
Paterniano, de quien tomó el nombre. Durante la Edad Media perteneció a la
Orden de Calatrava hasta 1541 en que la Corona, tras enajenarla, la vendió
a doña Ana De la Cerda, abuela de la Princesa de Éboli, convirtiéndose con
ésta en Ducado de Pastrana. Durante esta época de esplendor, siglos XVI y
XVII, se construyeron los importantes monumentos que forman su conjunto.
En la plaza de la Hora se sitúa el más relevante: el Palacio Ducal. Esta
plaza se hizo para que se pudiera contemplar el palacio en toda su
extensión. Su estructura es renacentista, con elementos manieristas del
siglo XVI; fue proyectado por Alonso de Covarrubias, su planta es
rectangular con torreones esquineros, la portada plateresca, flanqueada
por columnas corintias y rematados con escudo ducal.
A los lados del palacio, junto a los
torreones, se alzan los arcos que ponen en comunicación la plaza con el barrio morisco del Albaicín, por un
lado, y con el entramado urbano, por el otro. Tras éste, en la plaza del
Deán, se alza el convento de San Francisco, fundado en el siglo XV; su
iglesia es renacentista, reedificada sobre otra gótica. En otro lateral se
alza la Casa del Deán, que fue utilizada como hospital. La plaza de los
Cuatro Caños fue centro de reunión social en la vida del pueblo y en ella
se encuentra una fuente del mismo nombre que data del 1731. En la del
Ayuntamiento se alza la Colegiata e iglesia parroquial de Nuestra Señora
de la Asunción, mezcla de estilos, gótico del siglo XIV y renacentista del
XVI. Su fachada es renacentista y en el interior destaca el retablo de
Matías Jimeno; en el panteón hay varias urnas funerarias procedentes del
panteón del Infantado de Guadalajara. En lo que fue Sala Capitular se
encuentra el Archivo y Museo Parroquial de gran interés por su excepcional
colección. Magníficos tapices medievales del siglo XV, tejidos por
Grenier, un Cristo románico, pinturas de El Greco, Luis Fernández,
Carreño.... y un buen número de piezas de orfebrería religiosa.
Otros edificios religiosos son el
convento de San José, fundado por Santa Teresa y la Princesa de Éboli en
el siglo XVI, rodeado por una hermosa huerta, y el convento del Carmen, a
las afueras de la villa ducal, fundación teresiana, en el que se conservan
recuerdos de Santa Teresa y San Juan de la Cruz. Es del siglo XVII y la
iglesia, barroca, alberga un retablo mayor del mismo estilo y varias capillas. Junto al convento existe
un jardín con ermita y cenobio, alberga un museo de historia natural con
piezas recogidas por los franciscanos en sus misiones del Lejano Oriente.
En sus calles se aprecian interesantes fachadas y construcciones
populares, la mayoría de los siglos XVI y XVII. Destacar entre la
arquitectura civil, el colegio de San Buenaventura, fundación de don
Pedro González de Mendoza, del que se conserva la fachada con una portada
que ostenta el escudo del fundador y en el interior, un patio con
galerías; la casa de Moratín, palacio del siglo XVIII, donde escribió El
Sí de las Niñas. No deje de probar las yemas de Pastrana, además de
degustar su magnifica gastronomía. La Semana Santa adquiere aquí una gran
belleza ambiental debido a su trazado medieval. El 30 de abril los mozos
cantan los Mayos en el atrio de la Colegiata y, a principios del mismo
mes, se celebra la importantísima Feria Apícola.
Antes de regresar a la capital
sugiero acercarnos a la parte más meridional de la provincia y visitar
Móndejar, para lo que un poco más adelante, en dirección a Zorita de los
Canes, tomar la desviación a la derecha por la CM-219, pasaremos
Almoguera, donde podremos ver los restos de una ermita románica del siglo
XII, los del castillo en lo alto del pueblo y en la calle Mayor, un palacio con interesante portada. Móndejar
es una villa que posee un importantísimo patrimonio arquitectónico.
En su plaza Mayor, rodeada de construcciones decimonónicas con
soportales, está la iglesia parroquial de Santa María Magdalena; gótica
del primer tercio del siglo XVI, se construyó siguiendo la estructura de
la Capilla Real de Granada. La sacristía alberga un pequeño museo con
interesantes piezas de orfebrería y textiles y en el exterior muestra dos
portadas platerescas. Encontramos algunas casas nobles dieciochescas en el
recorrido por la población. A las afueras, el convento de San Antonio,
interesante edificio del que quedan restos de la portada y el hastial de
la cabecera. Fue fundado a finales del siglo XV por don Iñigo López de
Mendoza. Presidiendo la población, la ermita de San Sebastián, de
principios del XVI. En su interior destaca la cripta o cueva de los
judíos, con pasos de la Pasión de Cristo, que ya existían en
1581.
Nos desviaremos a Hontoba para ver la
iglesia de San Pedro, de estructura románica en el presbiterio, ábside y
espadaña y el resto del siglo XVI, destacando un artesonado mudéjar; la
ermita de la Virgen de los Llanos y su talla gótica y el Ayuntamiento,
típico ejemplo de arquitectura alcarreña con soportales. Pasaremos por
Aranzueque, donde destaca su plaza Mayor de gran sabor popular con un
típico ayuntamiento alcarreño, la torre del reloj, la iglesia de Nuestra
Señora de la Asunción, del siglo XVI, gótico-renacentista, y la casona,
conocida como Casa del Indiano. Yebes, donde se encuentra el
Observatorio Astronómico Nacional. Su iglesia parroquial es del siglo XVI
y, a 6 kilómetros, llegamos a Horche, población en la que se han
encontrado importantes restos arqueológicos desde el Paleolítico a la Edad
del Bronce, en las Cuevas de Galiana y La Fuensanta. Cuenta con un
interesante conjunto urbano, donde, además del caserío de los barrios de
Albaicín y de las Flores, destacan el Ayuntamiento, del siglo XVIII, la
iglesia de la Asunción, renacentista y que presenta un gran atrio
porticado, cuyos capiteles provienen del cercano monasterio de Lupiana, y
la ermita de la Soledad.
Antes de llegar a Guadalajara, el
último desvío es esta vez para visitar Lupiana. De gran interés es el
monasterio de San Bartolomé, declarado monumento en 1931. Es un complejo
recinto monasterial fundado por la primera Casa Jerónima en España en
1370. Su claustro principal es una de las joyas del plateresco, debido a
Covarrubias. Posee, además, iglesia conventual, sacristía, un claustro
gótico y jardines. Ha sido recientemente restaurado, es de propiedad
privada y su visita muy restringida. De este monasterio procede la estatua
sepulcral de doña Aldonza de Mendoza, gótica de 1440, expuesta en el Museo
Provincial de Guadalajara. La población cuenta en sus calles con las
típicas casonas alcarreñas. De la iglesia parroquial de San Pedro, de
finales del XV y principios del XVI, destaca la portada sur, plateresca y
la torre del XVII, con dos cuerpos. En la plaza Mayor podemos contemplar
el rollo de la villa y el Ayuntamiento.

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