SIERRA DE ALCUDIA Y MADRONA Y CAMPO DE CALATRAVA
Almuradiel es la puerta de
entrada a dos importantes enclaves naturales de la península ibérica:
Despeñaperros y la sierra de Alcudia, ambos dentro de sierra Morena,
sistema montañoso que separa las provincias de Ciudad Real y Jaén. A
la hora de recordar el pasado de esta localidad, última de Castilla-La
Mancha por la N-4 (Madrid-Cádiz), hay que hablar de mucha historia. El
primer rey de ideas "europeístas" de integración pudo ser
Alfonso VII, quien al poco tiempo de tomar posesión de su cargo como
monarca de León, se propuso gobernar también Castilla y unificar ambos
territorios en bien de todos. Pero su muerte precipitó la desunión y
las cosas volvieron como estaban, León por un lado y Castilla por otro.
Esa iniciativa marcó la historia medieval de España y a partir de ese
momento todos los monarcas lucharon por unificar los diferentes reinos
hispanos, muy divididos, por cierto, por la intervención musulmana. Los
libros han dejado escrito que Alfonso VII murió por estas tierras: se
habla de Despeñaperros, del paso de Al-Muradal y de un lugar próximo
al río Fresneda, pistas y datos que encajan en el ámbito de
Almuradiel. Este apunte histórico, junto con la estratégica situación
que ocupó, paso obligado de los caminos que unían el sur con el resto
de la península, han enriquecido su pasado. A esto hay que añadir que
no muy lejos de aquí cayeron los musulmanes en la batalla de Las Navas
de Tolosa, y un poco más allá, les pasó lo mismo a las tropas de
Napoleón cuando fueron atacadas por la de los generales Castaños y
Reding en Bailén.
Unos cuantos años antes, el monarca Carlos III había repoblado estas tierras con gentes de Cataluña y Galicia y así fue como empezaron a llenarse de caras nuevas pueblos como Almuradiel, La Carolina, Santa Elena y tantos otros. Del pueblo merece la pena ver la iglesia parroquial de la Purísima Concepción, monumento nacional desde 1982, neoclásica, levantada en el siglo XVIII. A 6 kilómetros de Almuradiel queda la localidad de Viso del Marqués, que cuenta con el mejor palacio de la provincia, el del marqués de Santa Cruz, Don Álvaro de Bazán, una especie de oasis arquitectónico entre tanto alcornoque, encina y jara. El edificio sede del archivo de la Marina desde 1948, fue nombrado monumento nacional en 1931 y es de traza renacentista, al estilo de las grandes obras italianas del siglo XVI. El patio, la escalera, los 8000 metros cuadrados de frescos o la capilla de los cuerpos de los marqueses y demás familia son algunos de los magníficos tesoros que guarda el palacio. Y en la cercana iglesia gótica se halla un caimán disecado traído por Don Álvaro de una de sus muchas expediciones. Otros lugares de interés del entorno son el santuario de San Andrés, la ermita de Nuestra Señora de los Dolores y el palacete de Mudela, en la finca de la Encomienda de Mudela. Cerca del Viso quedan tres poblaciones modernas, levantadas por el Plan de Actuaciones del Instituto de Colonización, que son las de Bazán, Umbría de Fresnedas y Villalba de Calatrava. Son barrios o pedanias con un diseño urbano propio, funcional, adaptado a las necesidades de la población, en su mayoría colonos trabajadores de fincas próximas, cuya labor se revalorizó en los años 1930 a partir de la Reforma Agraria. En la ruta correspondiente a los Montes de Toledo se citan dos ejemplos de este nuevo urbanismo rural, como son los poblados de Santa Quiteria, en el término de Alcoba, y Pueblonuevo del Bullaque, perteneciente a Retuerta del Bullaque. Durante 32 kilómetros, la carretera repasa perfiles de la sierra de San Andrés hasta llegar a nuestro siguiente punto de encuentro con el apellido Calatrava, San Lorenzo, pueblo levantado sobre un cerro, con calles empedradas en cuesta y viviendas blancas y sencillas. No muy lejos del lugar se han encontrado pinturas esquemáticas rupestres en la zona que llaman La Jalbegada. Es justo a partir de este punto cuando se entra de lleno en la autentica esencia de la sierra de Alcudia, lugar elegido todavía, aunque cada vez menos, por los pastores trashumantes para pasar los inviernos con sus rebaños. Ahora muy pocos realizan los trayectos a pie, por lo que queda de las antiguas cañadas, el ferrocarril ha impuesto su tecnología y es el principal medio de traslado. Cuando los trayectos se hacían a pie se podía tardar hasta un mes en llegar a esta zona, ahora, como mucho, en 5 o 6 jornadas se alcanza el objetivo. La siguiente parada la encontramos una vez alcanzado el puente, observe la belleza de esta obra de ingeniería, que salva las aguas de los ríos Montoro y Fresneda, poco antes del desvío a Solanilla del Tamaral, interesante lugar para contemplar el gran valor botánico y medioambiental de esta parte de la ruta. Hasta llegar a la aldea de El Hoyo, perteneciente al término de Mestanza, los parajes son extraordinarios, con excelentes miradores naturales de las hoces de los ríos Fresneda, Frío y Jándula. Muy cerca de aquí se pueden observar restos de pinturas rupestres en los parajes conocidos por La Tabernera, el Chupón, Callejones del Río Frío y Puente Mercedes. Una vez abandonadas las aldeas de El Hoyo y Solanilla, el camino continua por la carretera del puerto de los Rehoyos a la aldea de Las Tiñosas y Minas Diógenes, restos de explotaciones romanas de galena argentífera del siglo II antes de Cristo. Ahora todo ha cambiado mucho y los dueños no permiten ver los yacimientos, en parte ya ocultos. No existen indicaciones que orienten sobre el lugar exacto de las viejas minas. Avisados quedan. Nos encontramos a las puertas de sierra Madrona y del bello escenario labrado por los dos embalses de Montoro, muy cerca ya del municipio de Mestanza, que cuenta tan sólo con la iglesia de San Esteban, como principal muestra de arte dentro del casco urbano. Fuera de él lo recomendable es acercarse a la escondida y discreta laguna de la Alberquilla. Lo siguiente en aparecer en la ruta, después de Mestanza es el puerto homónimo, de escasa altitud y el desvío a Hinojosas de Calatrava y Cabezarrubios, nuestros objetivos. Hinojosas cuenta con varios lugares de interés que conviene repasarlos como la plaza de la iglesia, el molino Flor de Ribera, adaptado como vivienda, junto al río Montoro, y el castillete de la Mina de La Simona, restos de una mina abandonada. Bello entorno, pues, el que ofrece este brazo de carretera hasta alcanzar la localidad de Brazatortas, nudo ferroviario de gran importancia. En este punto se toma la N-420 durante 9 kilómetros escasos, hasta el desvío a La Bienvenida y Alamillo, carretera que sirve de espina dorsal a la sierra y valle de Alcudia. Otra posibilidad turística es continuar la carretera nacional hasta Fuencaliente, a 31 kilómetros, y recorrer una de las zonas más interesantes de la ruta de los Batanes, con bonitas vistas desde los puertos de Niefla y Valderrepisa y atractivos lugares como la ermita de San Isidro, Las Lastras, Peña Escrita y La Batanera, con pinturas rupestres, y el balneario de Fuencaliente, indicado para curar los problemas de nervios, intoxicaciones y nutrición. Si es nuevo por estos lugares, en el pueblo le hablaran de las excelencias paisajísticas de la Peña de Don Rodrigo y de la Garganta del Horcajo. AUTOR: JAVIER LERALTA |