CUENCA |
La ciudad de Cuenca, es la capital de la provincia del mismo nombre, una de las cinco que integran la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha. La ciudad de Cuenca tiene una población de 43.000 habitantes. Se encuentra situada a los 40º 04' 30'' latitud Norte y a los 1º 33' 16'' longitud Este (meridiano de Madrid), a una altitud de 998 metros en la Plaza Mayor. Calificada como una Ciudad/Paisaje de las más hermosas y sorprendentes del mundo. Cuenca presenta dos estructuras urbanas claramente diferenciadas. El núcleo fundamental e histórico es el que se constituye en el espolón rocoso que desciende del cerro de San Cristóbal y al que rodean los ríos Júcar y Huécar. Sobre esa estructura arriscada y pedregosa se fue configurando, a partir del siglo X, un entramado de callejas y plazuelas, de reducidas dimensiones y anárquica configuración. Obligados, por razón de la naturaleza y de las circunstancias bélicas, a vivir en un reducido espacio de terreno, los conquenses medievales fueron construyendo sus casas a fuerza de imaginación y habilidad y así dieron forma a una ciudad extraña y atractiva, que hoy puede adivinarse a través de las múltiples transformaciones sufrida a los largo de los siglos. Pese a estos cambios impuestos por sucesivas modernidades, hemos podido heredar una ciudad que se conserva moderadamente respetuosa con sus orígenes. Apenas nada queda de los tiempos musulmanes, en los que verdaderamente surgió Cuenca, una pequeña urbe entonces, encerrada entre los límites marcados por el castillo y el alcázar, situado éste en la zona de Mangana, a cuyos pies se ubicaba la Judería. La actual Plaza Mayor y sus inmediaciones era el núcleo habitado fundamental de este período. El desarrollo urbanístico de Cuenca hasta alcanzar su actual configuración se inicia tras la conquista cristiana, realizada por Alfonso VIII (1177). Las obras de la catedral obligan a remodelar el bullicioso zoco instalado en la Plaza Mayor, se urbanizan las riberas de las hoces y el acceso al castillo se convierte en la principal artería ciudadana, en la que se sitúan las casonas de las familias destacadas. El crecimiento de la ciudad y la limitación de espacio obliga a los conquenses medievales a construir sus viviendas de forma imaginativa, utilizando todo el suelo disponible y, cuando éste se acaba, haciendo cabalgar los pisos unos sobre otros, saliendo espectacularmente al vacío. Además, cuando se llega al borde de los precipicios, las casas se extienden lo mismo hacia arriba que hacia abajo, en peculiar forma de adaptación de la arquitectura a la naturaleza. Así se va configurando la estructura de Cuenca. A partir del siglo XV, los límites iniciales -la Plaza Mayor y sus inmediaciones- son rebasados y la ciudad emprende decididamente el descenso, lo que obliga a ir haciendo sucesivas rozas en la roca para la apertura de calles. La dificultad del terreno sólo permitirá trazar un acceso cómodo, el de la calle Alfonso VIII, convertida en la principal -única, podríamos decir- vía de acceso a la parte antigua. A mediados del siglo XIX, los conquenses se deciden a dar el salto definitivo al otro lado del río Huécar y de las murallas de protección. Hasta entonces, la llanura - los arrabales- eran territorio sólo apto para trajineros, carreteros y madereros. A partir de ese momento cambian los conceptos de convivencia y defensa y empieza el progresivo traslado desde el núcleo rocoso a la llanura. De esta forma comienza a configurarse la ciudad nueva, que se extiende hacia el sur y el este, tendencia que hoy continúa. Por ello, podemos considerar dos ciudades muy distintas en Cuenca: la parte antigua o alta y la moderna o baja, con una zona de transición entre ambas (Carretería), edificada durante el último siglo y sujeta a continuas modificaciones. |