MUSEO CASA DE DULCINEA DE EL TOBOSO (TOLEDO)


Junto al Convento de Clarisas existe una casona de amplios patios que tradicionalmente viene considerándose la de doña Ana Martínez Zarco de Morales, personaje que pudo inspirar la figura de Aldonza Lorenzo, la Dulcinea del Quijote.

Esta casa, de época cervantina, fue adquirida por el Ministerio de Educación en mal estado, y tras unos años de restauración fue abierta al público el 15 de octubre de 1967 y adscrita al Museo de Santa Cruz de Toledo.

Conserva caracteres propios de la casa de labradores manchegos con sus diversas dependencias: cocina, almazara, bodega, palomar, patios y corrales. Se ambienta con mobiliario y ajuar de tipo popular.

Es un edificio de dos plantas, la superior reconstruida, rematado por un torreón moderno. La fachada es de mampostería en planta baja y fábrica de tapial y ladrillo, encalada en la planta superior. Posee una elegante portada con dovelas adinteladas, sobre la que se han situado dos escudos pertenecientes a la familia Martínez Zarco.

Un gran zaguán que comunica con un patio, da acceso en el ala izquierda a la cocina y la bodega, y a la derecha del zaguán se sitúa la entrada a la almazara y la escalera del piso alto. La cocina tiene chimenea, en cuya repisa se exponen varias vasijas de cerámica, cobre y corcho; en el hogar se aprecia todo el conjunto de hierros para el fuego; la estancia se complementa con algunos armarios, un banco-mesa, una cantarera y una cuna.

De la cocina se pasa a la bodega con una serie de tinajas antiguas de diversos tamaños, de las que están empotradas las mayores. En el hueco de la escalera que comunica con la planta superior, se encuentran los diversos enseres para la fabricación del queso. En la planta alta encontramos en primer lugar una pequeña sala de mobiliario popular. La siguiente habitación es un despacho con muebles de época, como una mesa, un sillón, un arca de caudales y un bargueño de taracea muy sencillo.

La sala contigua quiere recordar una estancia de mujeres, o sala labor, con un pequeño estrado cubierto por una alfombra de imitación de Cuenca, una rueca y serijos de paja; las sillas son de peineta de tipo popular. Finalmente, el dormitorio, con una buena cama de nogal, un armario de cuarterones, ambos del siglo XVII, mesitas, sillas y unos arcones forrados de cuero.

Bajando de nuevo al zaguán, se pasa a la almazara. El molino situado en el centro de la estancia tiene basamento circular con su piedra troncocónica o "muela" y su "tolva" (recipiente desde donde va cayendo la molienda). En las paredes están colgadas medidas de grano, aperos de labranza, arreos de las caballerías, etc.

De ahí se accede al patio que da paso al palomar con cuatro pequeñas crujías, con sus muros cubiertos de columbarios, en el que aún siguen anidando las palomas. Este palomar y el molino antes citado son los restos que se han conservado prácticamente intactos como en su origen. Por último, se visita un gran corral en el que se han instalado una prensa de vino o aceite, cuya viga mide unos 15 metros, ejemplar excepcional procedente de Ocaña. En los porches construidos en este recinto se ha colocado un carro, una galera, una prensa de uva, así como un modelo del caballo "clavileño" en madera que se cita en El Quijote.