MOLINA DE ARAGÓN Y EL ALTO TAJO
El acceso a Molina de Aragón, que pese a su nombre se halla en el extremo oriental de Guadalajara, es por la autovía de Aragón (A-11), desviándose en el kilómetro 135, a la altura de Alcolea del Pinar, por la N-211 y siguiendo por ella 60 kilómetros. Desde la zona de Teruel se va por la prolongación de la misma N-211, y desde Cuenca, atravesando la serranía por la CM-210. MOLINA DE ARAGÓN.- Recostada desde tiempos árabes en la ladera de un cerro fortificado, a la vera del río Gallo, Molina de Aragón es el principal hito monumental de la ruta. El paseo por su núcleo histórico arranca de la céntrica plaza de San Pedro, donde se alza la iglesia renacentista del mismo nombre, del siglo XVI, con retablo mayor barroco. De aquí se sale por la calle Martínez Izquierdo, rodeando el convento de las Ursulinas por una angosta costanilla que sube a mano izquierda para ir a dar al convento de Santa Clara y a la aneja iglesia de Santa Maria de Pedro Gómez (románico de transición, siglo XII), joya arquitectónica de la villa. Bordeando el ábside, se enfila hacia el cercano alcázar y por una empinada senda que corre junto a las murallas del lado oriental, se asciende hasta la torre de Aragón, en la cima del cerro, desde cuya azotea, accesible por una escalera interior de madera, hay una vista soberbia de la fortaleza, el caserío y el páramo circundante. El alcázar fue erigido en el siglo XII por don Manrique de Lara, primer señor de Molina. La torre de Aragón podría ser anterior. De vuelta al ábside de Santa Maria, hay que bajar por la plaza y la costanilla de Santa Clara hasta el oratorio barroco de San Felipe, del siglo XVII, que está frente por frente de la Subalterna, casona del siglo XVI que fue palacio de los Molina. El paseo continua por las cercanas calles del Carmen y las Tiendas, doblando por la de Tejedores nada más pasar la iglesia de San Martín para ver el palacio del Virrey de Manila, del siglo XVIII, conocido como "la casa pintada" por los ajados frescos que decoran su fachada. La calle de Tejedores desemboca en la del Chorro, a dos pasos del Capitán Arenas, en la que se encuentran la iglesia de Santa Maria la Mayor de San Gil, con portadas renacentistas y el palacio de los Funes, de los siglos XVII y XVIII. Poco más adelante, salvando el río Gallo, por un precioso puente románico de piedra cárdena, se llega al convento de San Francisco, fundado en 1293, con barroca torre de sillería rematada por el elegante Giraldo, una garbosa escultura de sabina de unos 3 metros de altura. SANTUARIO DE LA HOZ.- La carretera vecinal de Torete, que nace frente al convento de San Francisco, sigue a la del Gallo en su recorrer hacia el Tajo, por una amplia vega que se interrumpe bruscamente a 11 kilómetros de Molina de Aragón, al encajonarse el río entre vertiginosas paredes de piedra bermeja. Al pie de un fantasmagórico pináculo se acurruca el santuario de la Hoz y, a espaldas de la ermita, centro de devoción ya en el siglo XII, una senda con 270 escalones labrados en la roca sube al mirador, que ofrece unas espléndidas vistas sobre los chopos del río y los acantilados que lo constriñen. ALTO TAJO.- Para ir en busca del Alto Tajo hay que retroceder por la misma vecinal y desviarse en 3 kilómetros hacia la derecha, pasando de largo por Ventosa, Terraza y Teroleja, para salir 5 kilómetros más allá a la CM-210. Yendo a la derecha en 11 kilómetros surge el desvío a Peralejos de las Truchas (CM-211). Siguiendo 4 kilómetros por éste, aparece el ramal que conduce a Checa. Son en total 42 kilómetros de carreterillas serpenteantes para llegar a la Ronda molinesa, como se conoce esta pintoresca villa serrana de casas escalonadas sobre los escarpes del Cabrillas, tributario del Tajo, que la parte en dos, derramándose en cascada en mitad del caserío. A 6 kilómetros de Checa, Chequilla, situado a 1357 metros de altura, es un pueblo surrealista, con solo nueve residentes, una iglesuela de piedra roja y rechonchos peñones del mismo color que asoman entre las casas. Varias de estas peñas delimitan el coso taurino, formando una poco habitual plaza rupestre. PERALEJOS DE LAS TRUCHAS.- Desde Chequilla hay que retroceder 18 kilómetros para desviarse por la CM-2106 hacia Peralejos de las Truchas. La capital del Alto Tajo tiene un importante templo del siglo XVII y unos paisajes de los que habla por si sola la continuación de esta ruta. Pasado el pueblo, la carretera se arrima al Tajo y, antes de cruzar el puente del Martinete, hay a mano derecha un desvío señalizado por pista de tierra, apta para todo tipo de vehículos, que bordea los impresionantes acantilados del río durante 8 kilómetros hasta llegar a la paradisíaca, verde y profunda laguna de Taravilla. La pista muere en 5 kilómetros en la CM-210, pero la ruta sigue a mano izquierda por Poveda de la Sierra y luego por la CM-2101 hacia Peñalén y la sima de Alcorón, que aparece señalizada con una cruz de piedra a la altura del kilómetro 5. Aquí, 300 metros a la derecha del asfalto, abre su boca una espaciosa caverna a la que se puede descender por una escalera de 200 peldaños. PUENTE DE SAN PEDRO.- La CM-2101 se extingue en el cruce con la CM-2015, la cual hay que seguir hacia la derecha para bajar por Zaorejas hasta el puente de San Pedro, en la hermosa confluencia de los ríos Gallo y Tajo. Casi un kilómetro antes surge, a mano derecha, una pista de tierra llanisima, ideal para recorrer en bicicleta la orilla del Tajo hasta el puente de Poveda: 26 kilómetros de pinares, acantilados, buitreras y remansos de agua pura, jalonados por siete zonas de recreo y acampada. Unos 800 metros después del puente de San Pedro a mano izquierda, la ruta en coche se prolonga por otra pista panorámica que lleva en 8 kilómetros a Villar de Cobeta y, de aquí, tras 6 kilómetros de carretera asfaltada, al monasterio de Buenafuente del Sistal, bellísimo y pacifico enclave románico. OCENTEJO.- Regresando a Zaorejas, y siguiendo la CM-2015 por Villanueva de Alcorón, se encuentra, 18 kilómetros más allá de este pueblo, el desvío a Arbeteta, recio caserío de piedra sobre el que descuellan un elegante campanario con curiosa veleta, pararrayos al que se conoce como El Mambrú por representar a un granadero francés, y un castillo con difícil acceso. Más abajo, en Valtablado del Río, se cruza el Tajo por ultima vez para llegar al punto final de la ruta: Ocentejo. Por el camino que sale a la derecha nada mas pasar la señal de principio de población, se puede ir andando en media hora hasta el Hundido de Armallones. Dicho camino se bifurca a los diez minutos, debiendo seguirse el ramal de la izquierda para acercarse a este insólito paraje de reciente formación. En el siglo XVI, los espeluznantes acantilados de la orilla de enfrente se derrumbaron parcialmente, llenando el río de enormes peñascos que provocan cascadas y pozas de agua cristalina, solo frecuentadas por los buitres y algún solitario excursionista. Ocentejo dista 34 kilómetros de la autovía de Aragón. |