SEÑORÍO DE MOLINA


Ruta que nos lleva por el nordeste de la provincia, territorio limítrofe con Aragón, de intensa y movida historia fronteriza y bellos paisajes naturales. Lo podríamos considerar como un territorio independiente dentro de la provincia, teniendo sus limites muy definidos ya desde el siglo XV.

Comenzamos esta ruta en la importante ciudad de Molina de Aragón, situada en el nordeste de Guadalajara, de intensa historia fronteriza y bellos entornos naturales, cabecera de una comarca forestal y pastoril y capital del Señorío de Molina. Aparece citada por primera vez por Ptolomeo como el poblado celtiberico denominado Mediolum, y posteriormente las crónicas árabes como importante conquista de Tarik. Fue conquistada en 1129 por Alfonso el Batallador y en 1152 repoblada y convertida en el primer señorío de Molina por Manrique de Lara. Lo más destacado es su alcázar, conjunto edificado sobre un castro celtiberico, que los árabes acondicionaron y utilizaron hasta el siglo XII. Es un destacado conjunto defensivo que cuenta con castillo, murallas y la llamada Torre de Aragón, en lo más alto del cerro que domina la ciudad, separada del resto de las defensas a la que estuvo unida por una muralla almenada. La fortaleza cristiana se construyó entre los siglos XII y XIII. Tuvo ocho torres, de las que se conservan cuatro junto con la del homenaje, la de Armas y la de Veladores. Este recinto amurallado recibe el nombre de El Cinto y está declarado conjunto histórico. Es una de las más típicas ciudades señoriales de Castilla-La Mancha.

En la población se encuentra la iglesia del Convento de las Clarisas, cuya iglesia es de mediados del siglo XII, transición del románico al gótico, románicos son el ábside y la portada, encontrándose los elementos góticos en el interior. Otra iglesia interesante es la de Santa Maria la Mayor de San Gil, primitivo edificio románico reedificado en el siglo XVI. En la sacristía se guardan buenas pinturas del siglo XVII y en el interior un retablo procedente de El Atance, renacentista. Junto al Ayuntamiento, del siglo XVII, en la plaza de España, se encuentra la iglesia de Santa Maria del Conde, de estructura románica y reedificada en el siglo XVI.

El río Gallo atraviesa la población de norte a sur y sobre él está el Puente Viejo, románico, de tres arcos. En sus estrechas y pintorescas calles de inconfundible sabor medieval existen numerosas casas nobiliarias y palacios, la mayoría del siglo XVI. 

Abandonamos Molina tomando la carretera N-211 en dirección a Teruel. Nuestra primera parada la efectuamos a 11 kilómetros, en Castellar de la Muela donde es obligado visitar la ermita de Nuestra Señora de la Carrasca, un modesto edificio románico de una sola nave, cabecera semicircular, portada con tres arquivoltas y en el interior una pila bautismal con decoración de época medieval. Continuamos nuestro itinerario en dirección al Povo de Dueñas, a 7 kilómetros, a la izquierda, sale una carretera que nos lleva a Hombrados, donde tomaremos una pista que va por la Sierra de los Castillejos de Zafra. En la vertiente sur se encuentra el castillo roquero de Zafra, sobre una inclinada lastra rocosa rojiza, en un despoblado. Si nuestro vehículo no nos permite este atajo, tendremos que ir al pueblo de Campillo de Dueñas y seguir por un carril de tierra unos cinco kilómetros hasta llegar al pie del castillo. Su origen es medieval, probablemente árabe, reconstruido por los Condes de Molina en 1435, pasando a la familia de Hombrados y luego a la Corona. Conserva restos de muros, torreones esquineros y torre del homenaje con puerta gótica de arco apuntado.

Nuestro próximo destino es la villa molinesa de La Yunta. Entre estas dos poblaciones se encuentran una serie de lagunas de interés, como la del Rubio y la de Cuartizo. La Yunta tomó su nombre de una reunión habida en él entre el rey Alfonso X de Castilla y Jaime I de Aragón. En su entorno se encuentran importantes yacimientos de la Segunda Edad del Hierro. En su plaza Mayor y sirviendo su primera planta de sala de juntas del Ayuntamiento, se encuentra la torre de San Juan, medieval; conserva la puerta de ingreso original. La iglesia parroquial es del siglo XVII, con un interesante interior: hay una cruz esculpida de la Orden de San Juan a quien perteneció por donación de los Señores de Molina. Desde la Yunta nos dirigimos a Embid, cuyas primeras noticias sobre su origen corresponden a la toma a los árabes en 1121. En 1331 fue cedida a D. Diego Ordóñez Villa para que la repoblara e hiciese una fortaleza nueva. Después pasó a los Medinacelli. La silueta del castillo domina la población donde podremos ver algunos interesantes ejemplos de arquitectura molinesa de los siglos XVII y XVIII. La iglesia parroquial de Santa Catalina, en la que destaca la portada del lado de la epístola, con relieves de la rueda, atributo de la santa titular. Junto al río está la ermita de Santo Domingo, del siglo XVIII.

Nuestra próxima parada será Tortuera, otro municipio con interesantes casas molinesas de los siglos XVII y XVIII como las que forman parte del magnifico conjunto urbano de la Plaza Mayor, donde se encuentran el palacio de los López Hidalgo de la Vega y el de los Moreno. La iglesia parroquial de San Pedro Apóstol, de finales del siglo XVI, herreriana, guarda en su interior un retablo mayor del siglo XVII, barroco. Algunas casonas hoy se destinan a Casas de Labranza, al igual que en La Yunta y Tartanedo. Continuamos ruta por la C-211 y tras recorrer 6 kilómetros, llegamos a Cillas; en lo más alto del núcleo urbano se encuentra su iglesia parroquial, de estructura románica, aunque ha sufrido grandes transformaciones. A tan solo 2 kilómetros, al sur se encuentra el pequeño municipio de Rueda de la Sierra, situado al pie de un cerro. Es otro buen conjunto de arquitectura molinesa y donde destaca por su gran interés la iglesia parroquial de Nuestra Señora de las Nieves, de origen románico, del que se conserva la portada. La sacristía y la capilla de los Martinez Vallejo son del siglo XVI, el resto del conjunto del siglo XVII. En su interior podremos admirar un magnifico retablo de la escuela aragonesa.

Regresamos a Cilla, y tras recorrer unos 20 kilómetros llegamos a la villa de Milmarcos, uno de los conjuntos más interesantes de arquitectura molinesa, en el que destacan entre sus casas nobles, la casa-palacio de los García Herreros, del siglo XVIII. Su plaza Mayor es un magnifico conjunto de gran valor ambiental y en ella se encuentra el Ayuntamiento, del ultimo tercio del siglo XVII, con soportales, un palacio y casas populares. En lo alto del pueblo se encuentra la ermita de la Muela, del siglo XVII, y en el camino a Labros, la del Nazareno, barroca del siglo XVIII. Antes de dirigirnos a Labros, iremos a la villa de Fuenteelsaz. Fue un importante enclave estratégico en la frontera entre Castilla y Aragón, durante las luchas que mantuvieron Pedro I el Cruel y Pedro IV el Ceremonioso. Al norte del pueblo se encuentran escasos restos del castillo. En la plaza, varias casas nobles; del Palacio del Obispo quedan parte de los muros exteriores y la puerta con un gran escudo tallado. 

Y ahora regresamos por la CM-2107 hacia el cruce de Labros; un desvío nos lleva a la Ermita de Santa Catalina, una deliciosa muestra del románico rural molinés, del siglo XII. Se encuentra en un despoblado de Torralbilla, sobre una pendiente de un cerro cubierto de sabinas. En el pueblo de Hinojosa se encuentra el más importante conjunto de casonas molinesas del señorío, blasonadas, del siglo XVIII, entre las que destacan la Casa de los Ramírez, la de los Moreno, los Malos. En lo alto del pueblo, la iglesia de San Andrés, del siglo XVI; su retablo mayor es obra del siglo XVIII. A la salida del pueblo encontramos la Ermita de los Dolores, del siglo XVIII. Continuamos camino hasta Tartanedo, donde nos encontraremos nuevamente interesantes ejemplos de arquitectura molinesa como son el palacio del Obispo de Utrera, de principios del siglo XVII y el de los Crespo. De notable interés es la iglesia parroquial, de origen románico del siglo XII-XIII, del que se conserva la portada de acceso; el resto se edifico a finales del siglo XV, principios del XVI, con la capilla de los Montesoro, gótica. En su interior se conserva un buen retablo del siglo XVI y otro del XVII, así como una pila bautismal románica. En el prado de la Piedad se levanta el rollo o picota y la ermita de Nuestra Señora de la Piedad, ambos dell siglo XVI. A la entrada del pueblo está la ermita de San Sebastián que ya existía en el siglo XIII.

Volvemos de nuevo al cruce de Labros para ahora acercarnos hasta Concha, donde podremos ver una interesante plaza Mayor, en la que aparecen varios edificios de arquitectura popular molinesa de gran valor ambiental. En otra plaza, la antigua Casa del Mayorazgo, levantada en el siglo XVII, conserva la estructura primitiva con un magnifico empedrado de dibujos geométricos y una portada del siglo XIX. La iglesia de San Agustín es un ejemplo tradicional del señorío de Molina. A los pies de la iglesia posee relojes de sol; el retablo mayor es del siglo XVIII con una imagen de la Virgen y el Niño del siglo XV. Los amantes de los fósiles aquí podrán encontrar en los alrededores, buenos ejemplares. Nos dirigimos ahora a otro de los más interesantes enclaves románicos del nordeste de Guadalajara: Labros, población de origen celtiberico como prueban los importantísimos yacimientos de sus alrededores. Fue ocupada por los árabes a principios del siglo XII, conquistada por Alfonso I el Batallador. En esa época se construyó su iglesia de Santiago Apóstol, hoy en ruinas y abandonada. Situada en la parte más septentrional de la población conserva su puerta de acceso, con grandes arcos semicirculares con dibujos geométricos sobre pares de capiteles con figuras antropomórficas y uno de ellos, quizás el más interesante, con entretejidos de madejas. La torre, fechada en 1548, tiene un reloj de sol grabado en piedra.