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Las ruinas de la antigua
ciudad de Segóbriga se levantan en el lugar conocido como Cabeza de Griego, en
el término municipal de Saelices, al suroeste de la provincia de Cuenca.
En este lugar, se estableció un importante asentamiento celtibérico, que llegó
a emitir moneda.
Sin embargo, el auge de la ciudad se produjo en la época romana. Debido, por un
lado, a una fuerte actividad agraria (producción de trigo y carne); por otro, a
la explotación de su cantera y, por último, a su situación en un cruce de
calzadas (Carthago Nova a Complutum, Segontia y Toletum). Su riqueza ha quedado
bien reflejada en grandes monumentos: teatro, anfiteatro y termas.
Tras la decadencia de siglos posteriores, Segóbriga fue sede episcopal en la época
visigoda, de la que ha quedado la basílica y la necrópolis.
La irrupción de los árabes en esta zona mermó aún más lo que quedaba de la
antigua ciudad romana.
Posteriormente formó parte de la Orden de Santiago, lo que acentuó su
progresiva ruina, pues buena parte de sus materiales fueron utilizados en la
construcción del Monasterio de Uclés.
TEATRO
Se construyó a mediados
del siglo I d. C., con una capacidad para unas dos mil personas.
El teatro romano surgió a imagen del teatro griego en cuanto al edificio, pero
variando su forma.
El esquema general consta de tres partes: un escenario ("scaena")
sostenido por un muro, cuyo frontal estaba decorado con columnas y esculturas;
un semicírculo delante del escenario ("orchaestra"), con asientos
destinados a los magistrados y ciudadanos de mayor rango; y el graderío ("cavea"),
dividido en tres zonas, donde se aposentaban los espectadores según su clase
social.
ANFITEATRO
Se construyó entre los
años 30 y 60 d. C., con una capacidad para unas cinco mil personas.
El anfiteatro era el edificio público destinado a los combates de gladiadores,
a las luchas con animales salvajes y, ocasionalmente, a juegos circenses.
Consta de un recinto central ovalado ("arena"), de 75 metros y 40,5
metros de diámetros, rodeado del graderío ("cavea") y separado de éste,
por razones de seguridad, por un muro de cierta altura ("podium"). Al
graderío se accedía por una serie de puertas ("vomitoria"). La
entrada a la arena se realizaba por dos puertas situadas en los extremos del óvalo,
a cuyos lados estaban unas habitaciones para los gladiadores ("carceres")
o para las fieras ("spoliarium").
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