RUTA DEL ALTO TAJO 1
Si hubiera que elegir una ruta
salvaje, poco conocida y autentica con rincones espectaculares, tranquila
y muy bella, las opciones se reducirían a dos cursos fluviales: el Tajo y
el Cabriel, ambos dentro de la comunidad de Castilla-La Mancha. Los dos
ríos nacen en plenos Montes Universales de Cuenca, pero vierten sus aguas
a diferentes mares, el primero lo hace en el Atlántico, a cientos de kilómetros
en la ciudad portuguesa de Lisboa; el segundo muere en el
Júcar, que más tarde desemboca en el Mediterráneo, en Cullera. La
naturaleza y los ecosistemas que se observan desde ambos cauces son
salvajemente bellos; sólo una diferencia les separa a la hora de
visitarlos: sus accesos, las vías de comunicación, muy diferentes en
ambos casos. Mientras recorrer el curso alto-medio del Cabriel supone
abandonar permanentemente el coche y realizar largos paseos a pie para
contemplar sus rincones, la verdad es que este hecho ha favorecido la
preservación del entorno y hoy la Comunidad castellano-manchega puede
presumir de disponer de uno de los cursos fluviales más vírgenes de todo
el continente; en cambio en el alto Tajo, las vías de penetración son
abundantes y buenas y no existe la menor dificultad para adentrarse
incluso en los parajes más insospechados. A pesar de estas facilidades
pedimos a los interesados en la ruta respetar al máximo la naturaleza.
Después de lo dicho la elección queda bastante clara a favor del alto
Tajo.
El punto de inicio es la bella localidad de Molina de Aragón, no se fie del apellido, se trata de un pueblo de Guadalajara, capital del señorío de Molina y una de las ciudades más frías de España. Algunas estadísticas del Instituto de Metereologia indican que es la peor, la que registra las temperaturas medias más bajas del país. Por su parte los del pueblo encuentran "normal" los 10 o 12 grados bajo cero que con frecuencia se dan en invierno. Avisados quedan los aficionados a la carretera que prefieran una visita navideña por estas tierras. Muchos son los monumentos que atesora la villa, pero por encima de todos destaca uno, el más alto y altivo, el castillo, levantado por los árabes en la mejor zona del entorno. Desde 1965 forma parte del catalogo de conjuntos históricos y aunque actualmente no esconde mucha riqueza en su interior, merece la pena buscar a doña Amparo, en el paseo de los Adarves, 27, 2ºB y pedirla que nos abra la puerta de la fortaleza. El paseo es muy agradable y la panorámica que se observa del pueblo resulta excelente. También deberá pedir las llaves, en este caso al Ayuntamiento, si pretende conocer por dentro la iglesia de Santa María del Conde, en la plaza Mayor, y el convento de San Francisco, actual Casa de Cultura. Tiene más monumentos la villa, pero el resto los ira descubriendo poco a poco, a medida que vaya paseando por las callejas y plazuelas del pueblo. Pasará seguramente por la plaza de los Tres Palacios y en una pared encontrará escrito un poema de José Antonio Suárez Puga. al lado de la plaza, junto al río Gallo, se encuentra el pequeño pero coqueto puente romano, buen final para despedirnos del pueblo. Si el hambre le aprieta busque una pastelería y pida lo típico de la casa, las patas de vaca.. Para abandonar la villa hay que situarse en la plaza de San Francisco y tomar la carretera local al barranco del río Gallo. Se pasa por Cañizares y Ventosa y a los 9 kilómetros ya aparecen las primeras huellas de la hoz del Gallo, una de las mejores páginas que la naturaleza ha escrito en la península. Las areniscas y conglomerados rojos que se observan datan del Triásico, de eso hace más de 200 millones de años. El vehículo hay que dejarlo a la derecha, en la explanada que da acceso al santuario de la Virgen de la Hoz. Se sube por el camino del Vía Crucis hasta los bellos miradores que coronan el final del camino. Allí en lo alto, los rojos y verdes adornan el paisaje labrado por el río Gallo. Pocos barrancos habrá visto tan bonitos como este. Después, a la bajada, la misma carretera nos introduce en el pueblo de Cuevas Labradas. El desfiladero es una sucesión de altas paredes, agrietadas por la erosión, en donde encontraremos buenos lugares para tomar el bocadillo o dar libertad a nuestra imaginación. La pista asfaltada llega hasta la aldea de referencia tras atravesar el valle que se abre una vez alcanzado el pueblo de Torete. Antes de entrar en Cuevas Labradas sale, a la derecha, una pista forestal que baja hasta el Gallo. Es un buen camino, ancho y solitario, paralelo al curso fluvial, que finaliza en la carretera que une la N-211 ( Alcolea del Pinar-Molina de Aragón) con Zaorejas y Villanueva de Alcorón. Gire a la izquierda y a 4 kilómetros del cruce, dirección Zaorejas, tome a la derecha otra pista forestal, también en buen estado, que llega a Villar de Cobeta. Es a partir de este punto donde comienza la aventura del alto Tajo. El silencio, los cañones, los meandros y la espectacularidad del lugar sorprenden al visitante que, a veces, no puede admirar la grandiosidad del escenario natural por la abundante vegetación que brota junto a la pista. El camino termina en el solitario pueblo de Villar de Cobeta, ganadero y tranquilo, casi fantasmal, será difícil ver a algún vecino por las calles, en cuya plaza nace la estrecha carretera asfaltada que conduce al monasterio de Buenafuente del Sistal, fundado por monjes agustinos en el siglo XII y habitado desde un siglo después hasta hoy por monjas bernardas. Junto al cenobio existe un albergue de ancianos y unas excelentes vistas del Tajo. el sendero de Gran Recorrido GR-10, el de las franjas paralelas blancas y rojas, atraviesa el lugar por el arco del monasterio y bordea el cañón hasta Ocentejo. AUTOR: JAVIER LERALTA |