SANTA MARÍA DE LA VID ( BURGOS )


  1 PAISAJE E HISTORIA

Nos situamos en Castilla, "por donde traza el Duero su curva de ballesta" y observamos un grupo de peregrinos con ansias de paz; proceden del Convento de Retuerta. Es el año 1140; fijan su asentamiento provisional en "Monte Sacro", en la margen derecha del Duero, camino de Peñaranda y ponen en marcha su ideal de santidad. En el rostro de estos peregrinos se dibuja un murmullo esperanzado de lo que con el  tiempo será el magnifico Monasterio de Santa María de la Vid, primero premonstratense y hoy agustiniano.

2 PRIMERA FUNDACIÓN Y ABADÍA

En 1152, Alfonso VII el Emperador, facilita la construcción de un pequeño recinto en la margen izquierda del Duero, a juzgar por lo que nos informan los cronistas, con mezcla de elementos de leyenda. El Papa Alejandro III toma la Abadía bajo su protección y el Rey Alfonso VIII patrocina su posterior desarrollo. Desde su origen como abadía, Nuestra Señora de la Vid está ocupada por Canónigos Regulares Premonstratenses, seguidores de San Norberto. El primer Abad es Domingo de Campdespina, que muere en 1187 a los noventa años de edad según documenta la inscripción de la lápida mortuoria. De esta primitiva edificación y época románica no quedan más vestigios arquitectónicos que la seguridad de que sobre ella se hicieron las sucesivas modificaciones y la fachada de la Sala Capitular, así como el arco de entrada, en uso hasta 1941.

3 SEGUNDA ABADÍA MEDIEVAL

En 1288 y bajo los auspicios de Sancho IV se lleva a cabo una primera ampliación y reforma. Las obras se dan por terminadas en 1318, en estilo de transición. De esta segunda construcción conservamos una portada gótica, que da acceso al panteón, algunas bóvedas de ladrillo y otros vestigios de menor consideración.

4 EXPANSIÓN Y PROGRESO RENACENTISTA

Tenemos que avanzar en el tiempo y adentrarnos en el siglo XVI, para conocer de cerca al autentico restaurador de la observancia monacal y autor del engrandecimiento arquitectónico que hoy presenta el monasterio. El Cardenal Iñigo López de Mendoza, preclaro exponente del renacimiento por inquietudes y preparación, Obispo de Burgos, Abad vitense y Cardenal de la Santa Madre Iglesia, es el animador y mecenas. Sus hermanos, los Condes de Miranda, los artífices efectivos de las modernas ampliaciones: Capilla funeraria familiar, crucero de la iglesia, Claustros, Panteón, Escalera Real, Refectorio, Biblioteca, Hospital para peregrinos... Todo va surgiendo con empuje y brillantez a partir del año 1522, bajo la dirección inicial de tres grandes maestros, Sebastián de Oria, Pedro de Rasines y Juan de Vallejo, y el asesoramiento de un equipo técnico de Burgos.

5 LA IGLESIA, HAZ DE LUZ Y MAJESTAD

La iglesia, en su conjunto, es amplia y majestuosa, austera y a la vez extraordinariamente bella; luminosa y elegante; su planta es de tres naves en forma de cruz latina. Resalta por su belleza el crucero, imponente y armónico, coronado por una linterna, grandioso ejemplar del arte plateresco. La concha o venera que cobija el presbiterio es de hechura preciosista, llena de equilibrio y brillantez, con perfección de líneas y estudiada ornamentación. La capilla mayor se terminó en 1572; la embellece un magnifico retablo, estilo renacentista de líneas napolitanas, obra del maestro Elejalde ( 1592). La verja de hierro forjado es obra del herrero Juan Rodríguez ( 1594 ). A principios del siglo XVIII el tallista Domingo Romero hace el sagrario-expositorio, hoy lamentablemente desaparecido, y las urnas laterales que mantienen los restos de los promotores de la obra ( Iñigo y Francisco ). Entre 1723 y 1734 se construyen las tres naves del templo, el coro y la portada-espadaña. Monseñor Esteban Noriega, Obispo de Solsona, consagra la iglesia el día 18 de mayo de 1738.

6 LA BELLEZA DE NUESTRA SEÑORA DE LA VID

Sintetizando todo el embrujo del arte vitense, brilla la gracia singular de Santa María de la Vid, bellísima escultura gótica de piedra, cincelada en la escuela castellana a finales del siglo XIII; la acertada policromía que actualmente admiramos ( cubriendo la primitiva ), data del 1719. La Virgen de la Vid, de expresión risueña y elegancia sin par, se caracteriza por la finura de sus rasgos, naturalismo en los pliegues, serenidad en la mirada y atractivo siempre vital y joven.

7 EL CORO Y OTRAS DEPENDENCIAS

En el fondo de la iglesia está situado el coro, sobre impresionantes columnas y arco carpanel de fina ornamentación. La sillería es de madera de nogal ( 1665 ), de estilo barroco mitigado con notas claramente renacentistas. La perspectiva que ofrece la iglesia desde este magnifico punto de mira es grandiosa y armónica, acertada síntesis de estructura gótica fundamental, con derivaciones platerescas y renacentistas. La sacristía es del primer tercio del siglo XVII; de estas mismas fechas es la sala capitular, posteriormente panteón hasta 1960. Neoclásicas y del siglo XVIII son las portadas que comunican el templo con los claustros y éstos con la escalera y la portería. Los claustros son de bóveda apuntada, excepto el del sur que es de medio punto. El refectorio, sobrio y bello. La escalera principal es admirable por la arquitectura atrevida de sus arcos, así como por su solidez. En la biblioteca, noble y bella, se guardan con esmero más de 80.000 volúmenes en la actualidad, algunos de ellos de gran valor. El patio inferior, corazón del monasterio, mantiene muy bien conservada su arquitectura. Una vez en el patio compensa mirar en torno y elevar la mirada: ventanales artísticos, parte superior de la espadaña, arbotantes del ábside, torreta de la escalera de caracol, torre-campanario del reloj, el ábside, fecha de terminación de obras en el reloj de sol... Y abajo, en el centro mismo, el brocal del pozo, austero y noble, escoltado por una amplia colección de rosales y otras plantas ornamentales.

8 EXTERIOR DE LA IGLESIA Y FACHADA PRINCIPAL

El conjunto exterior de la iglesia destaca por la sensación de grandiosidad y firmeza. El ábside, grueso y macizo, está decorado con sencillez y gracia con los escudos de la Casa de Miranda, que contribuyó generosamente en la edificación. La espadaña, de estilo churrigueresco, está construida a partir de 1728; los escudos de los Condes de Miranda realzan la belleza ornamental por su esmerada labor de cantería. A partir del siglo XVIII, al monasterio de la Vid se le otorga el titulo de " Imperial". Es sitio ideal para el encuentro con Dios a través del silencio, la evocación de la historia y el disfrute del arte y la cultura. Hay esplendor y vida; hay belleza y sobriedad... valores estéticos que ayudan a descubrir el mensaje de las estrellas.

Año 1835, día 11 de octubre. En esta fecha son expulsados los seculares moradores de Santa María de la Vid, por decreto firmado por Mendizábal; habían disfrutado muy poco de tanto esfuerzo e ilusión de siglos. El Monasterio queda " bajo la custodia del Estado" y dependiente del Obispado de Osma en los asuntos de carácter eclesiástico. Habrán de transcurrir treinta largos años de soledad y casi total abandono, hasta que los Norbertinos encuentren sucesores que cuiden de su obra y mantengan la liturgia en activo.

9 PERIODO AGUSTINIANO

El Padre Celestino Mayordomo, Comisario Provincial de los Agustinos de la provincia de Filipinas, alcanza, tras serenas gestiones ante la reina Isabel II y del Obispo de Osma, la propiedad del complejo monacal vitense. El 4 de mayo de 1866, Monseñor Barili, en calidad de Nuncio Apostólico, hace donación oficial y perpetua de la Abadía a la Orden de San Agustín. Es fácil comprender que fueran necesarias muchas e importantes reformas de embellecimiento para recuperar el encanto y la nobleza del Monasterio y acondicionarle a las nuevas exigencias como Casa de Formación; pero se afrontan con entusiasmo y apertura de perspectivas.

Terminamos el recorrido histórico artístico con una mirada retrospectiva a los ocho siglos que nos separan de la precaria fundación del primer grupo comunitario. Por sus claustros, al ritmo del tiempo, un ritmo acelerado en ocasiones, sosegados a veces y siempre juvenil, han soñado con Dios centenares de religiosos; algunos de ellos han escrito sus nombres en el "Santoral " de la Iglesia Católica; otros aparecen en las listas de " personas ilustres ", por sus dotes de investigación y cultura; la mayor parte, ha llenado su vida con la sencillez que caracteriza a la gran mayoría de los humanos.