CASTIELFABIB (VALENCIA)
No
se ponen de acuerdo los investigadores sobre quien fundó la pequeña
población de Castielfabib en el Rincón de Ademuz, ese enclave
valenciano en tierras aragonesas. Mientras que para unos se trata de un
centurión romano de nombre Fabio, otros sostienen que que fue un árabe
llamado Al Fabib ( que significa "amigo"). A uno de los dos
debe el nombre.
Destacando por encima de las casas se alza la impresionante mole de la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles, un templo-fortaleza de varias plantas (la última es la iglesia) levantado en época medieval y reconstruido en la primera mitad del siglo XIX. Desde él se contempla una excelente vista. Cerca del
pueblo quedan las ruinas del convento de San Guillermo, duque de
Aquitania, que En Castielfabib se mantiene la tradición de voltear la campana agarrándose a ella los mozos. Es impresionante verlos dar vueltas sujetos a la Guillermina y colgados sobre el abismo. Sólo lo hacen tres veces al año: el Domingo de Resurrección, el Día del Turista (mediados de agosto) y la Virgen de Gracia (8 de septiembre), que es la patrona. El último de los mayores (Luis Mínguez) ha dejado el puesto a los más jóvenes Jesús Esteban. La tradición esta asegurada. Ademuz, capital de la comarca dista 12 kilómetros y tiene, al igual que Castielfabib, un origen mitad romano, mitad árabe. Estos pueblos del Rincón de Ademuz están rodeados de tierras castellanas y aragonesas, pero permanecen vinculados al Reino de Valencia desde la Reconquista, cuando fueron repoblados por gentes de Navarra. A sus habitantes se les llama churros porque el juramento exigido por Jaime I, el jure, sonaba a chiure..., y con churros se quedaron. Los lugares más importantes, además de Ademuz y Castielfabib, son Torrebaja, Casas Altas, Casas Bajas, Vallanca y Puebla de San Miguel, en total siete localidades y algunas aldeas, muy cerca unas de otras y, en mayor parte de los casos, con una especial arquitectura popular. En el Rincón de Ademuz abundan los bosques de pino, sabinas y encinas que cubren sus sierras, donde se formaban las maderadas que por el cauce del Turia llegaban hasta la misma Valencia. |